Chile tenía que revertir la mala imagen que dejó en la conducción de la COP25 y optó por actualizar su NDC con bastantes innovaciones respecto al plan original. Aquí repasamos lo bueno y lo malo que tienen los compromisos que marcan la hoja de ruta para la presente década.

¿Qué es la NDC?

“Contribución Nacional a Nivel Determinada” (“Nationally Determined Contribution”) es la principal herramienta de acción climática que estableció el Acuerdo de París. Cada país que suscribe al acuerdo se compromete a una serie de medidas con tal de limitar el calentamiento global a no más de 2°C desde niveles preindustriales.

Lo bueno:

  1. Ambiciosa y transparente.

Chile representa apenas el 0,26% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Pero la crisis climática y sus impactos en la población no conoce de fronteras. El país, que depende energéticamente de la quema de carbón, presentó su primera NDC en 2015 y dejó bastante que desear, ya que apenas comprometía una reducción del 30% de sus emisiones.

La actualización de la NDC  es muy distinta, y eso es una buena noticia. Hay tres grandes cifras en los nuevos compromisos de mitigación:

1- Una meta de presupuesto de 1.100 MtCO2eq entre 2020 y 2030.
2- Año máximo de emisiones (peak) en 2025.
3- El objetivo de 95 MtCO2eq en 2030.

Las cifras por sí solas parecen inentendibles. Para entender sus efectos y qué tan ambiciosas son, hablé con Olga Alcaraz, académica del Grupo de Gobernanza del Cambio Climático de la Universidad Politécnica de Catalunya. Ellos publicaron un texto llamado “Elementos clave para incorporar justicia, desarrollo y ambición en una NDC”, donde crearon un modelo matemático que permite hacer una evaluación de los compromisos de reducción de emisiones.

Este modelo se basa en criterios de igualdad (emisiones per cápita), responsabilidad (emisiones históricas), capacidad (PIB per cápita) y derecho al desarrollo (porcentaje gasto público, dependencia a combustibles fósiles, soberanía energética, coeficiente Gini, acceso a agua potable y otros).

Para analizar si una NDC es ambiciosa o no, hay que verla en su forma y su fondo, dice Alcaraz. En la forma, dice que los compromisos chilenos son “muy ambiciosos”, porque el máximo de 1.100 MtCO2eq es un ejercicio de transparencia que no todos los países hacen. “Esto es muy importante porque son precisamente las emisiones acumuladas las que contribuyen al aumento de temperatura. El problema es que el mundo viene con una tradición de reportar compromisos con valores para determinado año, y no con las emisiones acumuladas. Que Chile lo haga, es un ejemplo para el mundo, pensando que es un país con un porcentaje muy pequeño de emisiones”, explica.

Y en el fondo, la NDC chilena también pasa la prueba de Alcaraz. El modelo creado por el grupo de la UPC le asigna a Chile un total de 3.500 MtCO2eq a emitir entre 2017 y 2100. Ese sería el “pedazo” de la torta del presupuesto de carbono global que le corresponde al país.

“El compromiso de 1100 MtCO2eq para 10 años, es más o menos un 30% de lo que les corresponde. Pensamos que es una meta ambiciosa, porque las emisiones están claramente por debajo del total que el modelo de justicia climática le entrega. Además, hay que tomar en cuenta que el peak es en 2025, por lo que se entiende que a partir de ese año irán a la baja, por lo que ese 30% es perfectamente asumible por Chile. Podemos decir que está en línea con el Acuerdo de París, siempre y cuando estas políticas se implementen”, asegura.

Importante aclarar que este modelo es en base a la meta de 2°C, no en los 1,5°C. Las cifras para esta última son más bajas, pero Olga Alcaraz hace un ejercicio de honestidad que no muchos se atreven a hacer: “Los grandes emisores ya gastaron más del presupuesto de carbono de los que les tocaría, por lo que hoy, hablar de 1,5°C es muy complicado. Es poco realista, y me entristece mucho decirlo”.

Esto es un punto importante, porque en Climate Action Tracker tienen su propia metodología para evaluar las NDC. Y bajo su mirada, el compromiso pasó del “altamente insuficiente” de 2015 a un “insuficiente” este 2020. Niklas Höhne explicó a Climate Home News que, para alinearse con los 2°C, las emisiones de Chile deberían ser bajo los 90 Mt de CO2 para 2030, y aún más bajas para los 1,5°C: “Comparado con otros países, están muy bien. Pero si tomamos el punto de referencia absoluto de 1,5°C, no es muy bueno”.

Otro ejercicio de transparencia que se agradece: Junto con publicar el documento de la NDC, el Ministerio de Medio Ambiente liberó una serie de documentos que incluyen minutas y actas de reuniones de los equipos que trabajaron la NDC.

  1. Vincular política climática y calidad de aire local

La NDC incluye el compromiso de reducir un 25% las emisiones de carbono negro para 2030. Esto es un tema importante en un país donde se calculan entre 3 mil y 4 mil muertes al año vinculadas a la contaminación y donde prácticamente todas las grandes ciudades del sur están saturadas de contaminación. Según el ránking de Air Visual, 9 de las 10 ciudades más contaminadas de América Latina están en Chile.

“Este es un compromiso climático y socio ambiental que tiene que ver con la vida diaria de la gente. Ha sido una demanda ciudadana muy importante y se hacen cargo”, valora Sara Larraín, de la ONG Chile Sustentable.

La OMS es clara al señalar que la contaminación del aire daña la salud respiratoria, un punto esencial en tiempos de pandemia del coronavirus, y más cuando empezamos a ver los primeros estudios que vinculan las tasas de mortalidad por Covid-19 con exposición al MP2.5.

  1. Turberas, humedales y paisajes

La Patagonia chilena tiene un estimado de más de 3 millones de hectáreas de turberas. Son grandes extensiones de musgos rojos y verdes tienen un potencial increíble de mitigación: Un estudio del Centro de Clima y Resiliencia (CR2) calculó que las turberas acumulan más de 4800 millones de toneladas de CO2, mucho más que toda la masa de bosques en el país.

Sin embargo, ni las turberas ni los otros tipos de humedales estaban incluidas en los planes de acción climática. Para peor: Hoy están categorizadas como una sustancia fósil por el Código de Minería, por lo que pueden ser concesionadas para su explotación. La inclusión y protección de las turberas fue demandado por la comunidad científica en el proceso participativo de la NDC y fue finalmente incluido: Para 2025 se tendrá un inventario nacional y para 2030 se desarrollarán indicadores para evaluar la capacidad de adaptación y mitigación de las turberas.

También se compromete un plan de restauración de ecosistemas a nivel de paisajes, con un millón de hectáreas para 2030 de paisajes degradado, con un enfoque en restauración y biodiversidad. Otro punto que no estaba y que se tomó del proceso participativo.

  1. Vínculo con ODS (pero no con los derechos humanos)

Cada uno de los compromisos de la NDC está relacionado a uno o más Objetivos de Desarrollo Sostenible, lo que es una novedad respecto al documento de 2015 y al primer borrador de la actualización que se presentó en octubre. Asociar objetivos como la transición justa, la seguridad hídrica y la equidad de género a la política climática, y a la vez decir que tiene que ver con el desarrollo, es una novedad interesante para Chile.

Eso sí, podría haber sido mejor: La NDC también incluye un punto que llamaron “Pilar Social”, para vincular las protestas que se iniciaron en octubre contra el gobierno de Sebastián Piñera y sus demandas con los compromisos climáticos. En algún punto de la elaboración del documento, según pude corroborar con algunas fuentes, se intentó vincular al tema derechos humanos, lo que habría sido aún más interesante, tomando en cuenta la postura pasiva que tuvo Chile en la negociación del Artículo 6 en la COP25, ignorando por completo la inclusión de los derechos humanos.

Pero desde los equipos de Presidencia se eliminaron todas las referencias a los derechos humanos del documento y finalmente se asoció a los ODS. No es una sorpresa, considerando el nefasto registro que está dejando Piñera en la materia: más de 30 muertos (5 vinculados directamente al Ejército o la policía), más de 440 personas con heridas oculares producto de disparos de balines o de bombas lacrimógenas, 197 denuncias de violencia sexual y 520 denuncias de torturas, según el registro del Instituto Nacional de Derechos Humanos.

Lo malo

  1. El negocio forestal es más fuerte

Era el punto más polémico del borrador de octubre y se mantuvo, pese a las denuncias de la comunidad científica y la sociedad civil.

Chile se compromete a forestar 200 mil nuevas hectáreas para mitigar el cambio climático. Dicen que la mitad será en terrenos de “cubierta forestal permanente” y que, de esas, 70 mil serán de bosque nativo. ¿Qué quiere decir eso? La cubierta forestal permanente es aquella que se protege y cuida permanentemente, sin cortar y evitando que sea intervenida por ganadería o agricultura. Es decir, el grueso de la propuesta de reforestación (130 mil hectáreas), será de plantaciones exóticas, de pino y eucaliptus, de las cuales 100 mil serían sometidas a cosecha.

En octubre, cuando apareció el borrador, esto fue lo que me dijo Antonio Lara de la Universidad Austral sobre esta promesa: “Para aumentar la superficie de plantaciones exóticas pueden haber razones económicas, o querer generar recursos para la industria forestal, pero eso no va a mejorar la contribución de Chile en términos de mitigación. Al cosechar, en Chile el 50% va para pulpa, eso en 2 años está de vuelta en la atmósfera. Y la otra parte, los productos madereros, aunque duren 30 años, igual se libera”.

A esto se suma que las plantaciones exóticas son un combustible que exacerba la magnitud e intensidad de los incendios forestales. 2017 fue la peor temporada de incendios en Chile, con más de medio millón de hectáreas quemadas que emitieron 100 millones de toneladas de CO2eq. Esto es el 90% del total de emisiones de Chile del año anterior, 2016.

Y esto en medio de la peor sequía que ha enfrentado el país, y con estudio reciente publicado en la revista Forest que calcula cuánto disminuye la disponibilidad hídrica del país forestando nuevas hectáreas de plantaciones exóticas.

La industria forestal es una de las lucrativas y poderosas en Chile. Los Matte y Angelini -que extienden sus negocios también a combustibles fósiles y energías renovables- fueron beneficiados por la dictadura de Pinochet con tierras mapuche e hicieron un negocio redondo de las plantaciones de pinos y eucaliptus.

  1. El incierto largo plazo

La NDC es el punto medio y la carbono neutralidad en 2050 es la meta. Ese fue el anuncio del gobierno.

En la presentación, el ministro de Energía, Juan Carlos Jobet, mostró una proyección de que el país pasaría de los 95 MtCO2eq en 2030 a 65 MtCO2eq en 2050, los que serían “neteados” por la captura de CO2 de bosques y así llegar a cero. El cálculo arroja muchas dudas considerando que lo difícil que es medir y proyectar la captura de CO2, más cuando la principal política es con plantaciones y no bosque nativo.

La proyección a largo plazo es clave para la acción climática. El gobierno está promoviendo una Ley Marco de Cambio Climático que incluye la meta de carbono neutralidad. Sin embargo, parece ser insuficiente. El CR2 identificó 117 reformas legales -que no están en el proyecto de ley- que el país debe realizar para alcanzar de verdad la carbono neutralidad en 2050. Son modificaciones constitucionales, legales y administrativas, que incluyen medidas como aumento del impuesto verde a industrias contaminantes y vehículos nuevos, fijar un máximo de emisiones sectoriales de Gases de Efecto Invernadero, aumentar el impuesto al diésel, eliminar su subsidio y otras medidas que promueven la generación solar domiciliaria, los techos verdes y la construcción de ciclovías.

  1. Otros 20 años con carbón

Chile tiene un plan de cierre de sus centrales termoeléctricas a carbón. Son 10 centrales que cerrarán antes de 2024 y las otras 18 antes de 2040. De las primeras se conocen fechas y cuáles son, de la segunda parte, solo se sabe la fecha final.

Si bien el calendario de la descarbonización es una de las medidas que componen las estimaciones de la NDC, no es un compromiso que esté dentro de ella. A fin de cuentas, la NDC se le presenta a la UNFCCC con el compromiso de bajar las emisiones, no con la política de cómo hacerlo.

Una demanda clave en materia ambiental en Chile es el fin a las zonas de sacrificio. Entre agosto y octubre de 2018, más de 1300 niños, niñas y adolescentes de Quintero y Puchuncaví colapsaron los servicios de salud de la Quinta Región con síntomas de intoxicación. En la zona operan 16 industrias de hidrocarburos, gas natural, termoeléctricas a carbón y de fundición y refinería de cobre. En 1992 se declaró saturada de dióxido de azufre, pero se siguen acumulando derrames de petróleo, varamientos de carbón e intoxicaciones masivas. Estudios muestran alto riesgo carcinogénico, crecimiento exponencial de niños de espectro autista y alta tasa de enfermedades respiratorias.

El pasado lunes 6 de abril, Quintero y Puchuncaví tuvieron un nuevo peak de emisiones de dióxido de azufre (SO2), en plena pandemia del Coronavirus. “Una meta que condena a vivir a las personas en las zonas de sacrificio por 20 años más con el carbón, no es aceptable”, dice Estafanía González de Greenpeace Chile.

Si bien es valorable que exista el Plan de poner cierre a todas las centrales a carbón, 2040 parece no ser suficiente. Según Climate Analytics, Chile tiene la capacidad para cerrar sus centrales en 2032.

  1. Seguridad hídrica y Glaciares

La NDC innova en comprometer planes estratégicos para todas las cuencas del país para 2030, junto con mayores fiscalizaciones a servicios sanitarios y exigencia de planes de gestión de riesgo a las empresas.

Es un avance, pero 2030 se ve lejano cuando hoy el 40% de todas las comunas del país están bajo un decreto de escasez hídrica. Chile ocupa el número 18 del ranking de estrés hídrico del World Resources Institute, y uno de los puntos más controversiales tiene que ver con el Código de Agua. Impuesto en dictadura, garantiza el derecho privado sobre el agua, lo que se ha traducido en que el agua está disponible para la agricultura industrial y no para las personas. Hoy miles de personas sobreviven con 50 litros de agua a la semana que son repartidos por camiones aljibes, lo que hace imposible cumplir con la medida sanitaria básica para evitar el contagio de Covid-19: lavarse las manos.

Los compromisos de Chile también omitieron la protección a glaciares, pese a que el país posee el 80% de estos cuerpos de hielo que hay en Sudamérica y que son claves para la seguridad hídrica. Hoy, su protección depende del análisis caso a caso del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA), el que no ha impedido que proyectos mineros e hidroeléctricos los impacten significativamente. El Congreso está discutiendo una ley de protección a Glaciares y su entorno como reservas de agua dulce, pero una de las propuestas del gobierno de Piñera fue crear una excepción en glaciares rocosos para beneficiar a la minería.

De nuevo, no es un tema que se agote en la NDC, que no es el instrumento legal para abordarlo. Pero es difícil hablar de políticas climáticas sin tomarlo en consideración.

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